Thursday, July 13, 2006

DE LA OMNIPOTENCIA A LA IMPOTENCIA...(MAFALDA)

De la ominipotencia a la impotencia, un péndulo: en su ángulo de movimiento la terapia....diálogos con mis órganos.


Cuando conocí vivencialmente mi médula, me gustó quedarme ahí, protegida por el hueso, frágil, creativa y silenciosa, dulce, me “bajé del caballo”, me relajé, me gustó más vivir eso que la. lucha, la bandera en alto, el yo puedo hacer del mundo una mejor cosa, se me hacía obvio que había vivido aliada con mis células cancerígenas las que cundieron en mi propio organismo, nadie me las mandó de afuera, qué paradoja, durmiendo con el enemigo.

Pasé de la fortaleza a la fragilidad, de la invulnerable a la vulnerable, extremos, la misma cosa sólo que en el polo opuesto.

Cuando conocí vivencialmente mi médula me vino un relámpago adentro y me ví completa y tuve esa tranquilidad y sorpresa similar a cuando uno entra en un probador con espejo y puede verse la parte trasera.

Se me iluminó todo de pronto, una cosa medio energética, una especie de desplazamiento de una energía luminosa que permitió iluminar el otro lado, nunca antes visto; yo jamás había hecho psicoterapia alguna y nada sabía de eso.

No me encandilé con el relámpago, traté de mirar lo que mostraba y con eso me quedé para siempre.

Linda experiencia, sólo que me pude quedar con las sensaciones de los, la rebelde y ominipotente, la frágil y vulnerable, la que puede con todo, la que no puede con la vida.

Llegando a la clínica me sometí y absolutamente entregada decidi no luchar ni
contra el cáncer siquiera, no pelearla, coincidió con una absoluta confianza en el médico y un centro oncológico que tenía un crucifijo en la pared.

Allí me encontré, por primera vez, orando “con significado” y convencida: Señor, hágase Tu voluntad, que pase lo que tenga que pasar, que el río no corre más si se empuja, que si se le pone una represa hay que medir las fuerzas...en fin, relajo, la vida se acaba y con eso no hay que pelear porque algún día se acaba igual, no soy imprescindible y que ¿por qué no a mí?, quién soy yo particularmente para que esto le pase a otros y no a mí? cuestión que me dijo, con mucha sabiduría uno de mis hijos.

Relajada, entré a la quimio y era un alivio ver cómo entraban las gotas naranjas y me iban desapareciendo los tumores, la miraba con ternura y sin espectativas, era mi compañera, cada vez me resultada más grata, haga su pega yo mientras gozo, me río.


La primera noche era de mucho riesgo, tal vez moría, se quemó gran parte de mi cuerpo por una reacción alérgica me quedé atenta y despierta, quiero vivir esto sin drama, así es que me puse audífonos, cuando todos se fueron y escuché a un grupo humorístico muy conocido, argentino, para morirme de la risa, desapegándome de todo.

No quería más guerra, no más alianzas mortales nada de luchar contra el cáncer, sólo aceptación y una extraña sensación de que mi cuerpo se estaba dañando y algo adentro mío había aparecido gozoso y eso era indestrucible, algo que imaginaba transparente incorruptible, “siento a Dios dentro mío” decía para tratar de explicar algo inexplicable.


Creo haber quedado un tiempo “pegada en médula” y era infinitamente más rico de vivir, me vino recidiva y el estado era ideal para dejarme cuidar y dejarme querer, sin apego, confié en Dios, solté los caballos, mansa, mansa, mansa, el péndulo se había ido de un extremo al otro.

Vivía mi fragilidad, otros cuidaban de mí, daba lo mismo si estaba en mi trabajo, en mi cargo, en mi pega, otros lo harían, seguro que no nací para eso.

De a poco me fui dando cuenta que vivir en el otro extremo también era nocivo, no podía ser que ahora renegara de mi fortaleza, con todo lo que eso me había servido para vivir, me dí cuenta que uno u otro extremo del péndulo en la medida que me pegara en él era pegarse neuróticamente a una forma de ser en el mundo.

Algo había apendido que me decía que era posible conciliar y circular entre el ángulo que dejaba el péndulo entre los dos extremos e ir cada vez más hacia el equilibrio, ¿cómo? , conociendo más y conociéndome, a través de mis diálogos con los órganos, algo de los vislumbrado en el relampagazo me atraía, había mucho más para mirar.



Seguí yendo donde la Nana, cinco veces, conozco cada curva del camino a Manao, cada rincón del auditorio.

Fui Vena y aprendí la fluidez con cauce, el relajo, el dejar que las cosas pasen.

Fui Sangre y aprendí (me costó) que tengo plaquetas pegajosas que acuden cada vez que me hiero para no desangrarme. (me cargaba ser pegote)

Fui Sistema Inmunológico varias veces para dejar pasar lo que es mío y dejar fuera lo que no lo es, o si es propio, que no sean las rebeldes.


Y vívencié también cuando en los grupos la Nana dialogaba y era el “órgano sano”, yo en silencio me daba cuenta con qué de sus características me peleaba, con cuáles conciliaba.

Viví en las Articulaciones, lo conciliadoras que son, sus límites en la flexibilidad.

Ví en el útero la tolerancia a la frustración, la paciencia y el soltar, deja partir lo que más ama, porque lo ama:

A los Riñones, trabajólicos, que filtran dejando dentro de mí lo valioso.

A los Pulmones, felices de ser pasivos;

Al Corazón que da tanto como recibe, que es del todo o nada.

Ví la Hipófisis y mi sueño dorado, ser una aguda y sensible directora de orquesta que reciba y dé señales y produzca una bella cosa armoniosa, total.

Viví la Tiroides y su tolerancia y sensibilidad a la crítica....en fin.

Ví en otros trabajar todos los órganos y todos me enseñaban algo, principalmente que no hay defectos ni virtudes, que nada es bueno-malo que podemos ser invasores o receptivos, generosos y avaros, activos y pasivos, contenedores y expulsores, que el organismo tiene todas las caracteristicas de la personalidad.

Y que si voy iluminando cada órgano me voy conociendo más y aceptando todas mis caracteristicas, que no hay que pegarse a Un modo de ser, que hay que ser en el contacto con el ambiente.

Así hoy vivo todos los días y en casi todas las circusntancias, conectándome con algún órgano, ya forma parte de de mi vida.

Si debo soltar, con dolor lo que quiero, soy útero.

Si tengo que dejar fluir soy vena.

Si debo ser pasiva, soy pulmón.

Si dejo pasar todo me cuido después siendo un buen riñón y dejar todo lo valioso;

Si debo ser activa soy un buen diagragma, si me canso, soy suprarrenal;

Si debo proteger mi fragilidad soy hueso, duro de roer.

Sin embargo donde más me gusta vivir es escondidita dentro de mi médula, allí me siento protegida y soy feliz siendo creativa y silenciosa.


Mucho me falta, seguro, en eso estoy.

Hoy, pasados seis años tanto de apoyo ambiental como de autoapoyo, recién me dí cuenta, por ejemplo, que el útero suelta lo que ha cuidado y amado...¡cuando está maduro¡ obviedad que me negaba a repetir, (neuroticamente no viendo lo obvio) y ohhh claro, yo no espero en general que madure la fruta, es más, desde niña sacudía los árboles para que cayeran las que habían madurado arriba o las verdes.

Cada día se prende una nueva lección; el organismo es una excelente escuela de calidad de vida.

Los órganos son eternos maestros; si no atiendo su caótica armonía y me peleo con las cualidades de algunos de ellos, se encargarán, como los buenos maestros de una señal, si no la escucho será más fuerte y hasta son capaces de gritármela a través de los síntomas.


Un beso: MAFALDA

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