EL ALMENDRADO
Al pasar por delante de una confitería, Mulla sintió unas grandes ganas de comer almendrado. Aunque no tenía un peso en el bolsillo, entró y se puso a comer. Al cabo de un rato, el confitero le presentó la cuenta, pero Mulla no le prestó la menor atención. El confitero sacó entonces un garrote y se puso a darle una buena paliza Ahora bien, mientras recibía los golpes, Mulla no paraba de atracarse y feliz, seguía con el almendrado.
- ¡Qué estupenda ciudad! –sonreía-. ¡Y qué habitantes más amables! ¡Le obligan a uno a comer almendrado a bastonazo limpio!
¡Este es mejor cuentito encontrado para definirme cómo soy a veces de boluda¡
A cada quien, este cuentito le puede dar muchas luces, depende de cada uno. Mañana me dará otras, seguro¡
mafaldis
Tuesday, May 02, 2006
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